Muchas veces nuestros más profundos sueños y anhelos lejos de convertirse en el motor de nuestra vida y de ser la inspiración principal de todas las acciones del día a día, se convierten en algo secundario e incluso en muchas ocasiones en un sentimiento de desencanto y decepción con nosotros mismos.
Esa percepción errónea sobre nuestra capacidad de llevar a cabo nuestros deseos se arraiga en nuestra personalidad desgastando la motivación y nos convierte en personas sin confianza, sin estímulos positivos, sin metas claras y concretas, abandonadas al azar.
Cuando los abandonamos o dejamos de creer en ellos la pasión que despiertan en nosotros y que impulsa nuestro talento y capacidad de conseguirlos se inhibe proporcionándonos una imagen de nosotros mismos que nos disgusta y que desata unos sentimientos de culpa y unos inflexibles juicios personales, que no hacen más que dinamitar todas nuestras posibilidades de éxito.
Una fórmula sencilla para recobrar la confianza y la energia positivia necesaria para que todo aquello que alguna vez hemos soñado recupere la fuerza y se convierta en un aliciente y un estímulo enfocado a conseguir la plenitud y la felicidad,es convertir las intenciones en metas.
Retomamos el control y el compromiso con nuestra vida y centramos nuestra atencion en todo aquello que deseamos realmente en vez de recrearnos en aquello que nos disgusta o nos hace infelices.
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